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Exámenes de ortografía

En algunas oposiciones se realizan pruebas que evalúan el conocimiento de ortografía de los aspirantes. Se trata de pruebas en general rápidas en las que se solicita que el candidato señale si encuentra algún error de ortografía en la frase o si considera que una palabra concreta está bien o mal escrita. Decimos que son pruebas rápidas porque, aunque puedan contener muchas preguntas, se realizan en escasos minutos.

¿Qué es una prueba de ortografía?

Tal y como indica la Real Academia Española en su diccionario académico, la ortografía se encarga de establecer el ‘conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua’. Con las pruebas de ortografía, por lo tanto, se mide si escribimos de manera correcta, respetando las normas establecidas en el sistema ortográfico de la lengua española. Para evaluar estas pruebas, los distintos organismos se basan en las normas establecidas por la Real Academia Española en su diccionario normativo (http://dle.rae.es/?w=diccionario). Para estudiar los contenidos que nos van a evaluar en este tipo de exámenes, podemos acudir a la Ortografía de la lengua española, publicada en 2010, obra donde se recopilan de manera exhaustiva y se explican con todo detalle todas las normas que rigen el uso correcto de nuestra lengua (http://www.rae.es/recursos/ortografia/ortografia-2010).

Qué mide un examen de ortografía

En un examen de ortografía se mide el uso correcto del español, lengua oficial en todo el territorio nacional. Las personas que dominan el español en su uso correcto, esto es, siguiendo lo que se denomina la norma culta, son las que tienen un nivel de estudios avanzados o que muestran un dominio de la lengua por su vasta cultura (no se aprende lengua española únicamente en la escuela, en el instituto o en la universidad, sino que también se aprende lengua leyendo novelas y otras obras literarias). Por lo tanto, las pruebas de ortografía miden el nivel sociocultural de los aspirantes y exigen en ellos un nivel medio-alto debido al tipo de preguntas que se plantean.

Por qué una prueba de ortografía en ciertas oposiciones

Todos suponemos que un funcionario del Estado español debe dominar la lengua oficial del Estado: el español. Cuando uno piensa en un funcionario público suele tener en mente a una persona con unos estudios superados; además, no solemos pensar en una persona que tenga únicamente la ESO o el Bachillerato, sino que solemos pensar en personas con ciclos formativos, licenciados, diplomados o graduados como mínimo. Este tipo de profesionales, con ese nivel de estudios (que se suele exigir en muchas de las oposiciones: enfermeros, profesores, informáticos, administrativos, etc.), deben tener un cierto nivel cultural y un dominio estándar de la lengua que van a utilizar en todas sus acciones públicas. Es por este motivo por el que para cualquier puesto público deberían realizarse pruebas de ortografía que permitan evaluar si los candidatos que aspiran a realizar sus funciones en el territorio español pueden desenvolverse con total soltura en la lengua que van a emplear de manera diaria en informes, reclamaciones, intercambios cara a cara, etc. Seamos claros: que un funcionario público cometa faltas de ortografía no causa buena impresión ni genera confianza.

Estructura de la prueba de ortografía en las oposiciones

La forma de un examen de ortografía puede ser variada: podemos enfrentarnos a un conjunto de frases sueltas en las que tengamos que localizar los errores en determinadas palabras, puede tratarse de un texto en el que buscar palabras mal escritas o puede tratarse de un conjunto de palabras independientes en las que se presentan palabras correctas e incorrectas y hay que discriminar las que son incorrectas. La realidad es que las pruebas de ortografía en las oposiciones deben ser rápidas porque se presentan muchos candidatos a los exámenes, por lo que los examinadores buscan un método rápido para evaluar la ortografía que suponga una corrección equivalente al examen tipo test. Es por eso por lo que la mayoría de las pruebas se materializan en el último tipo que acabamos de comentar: palabras aisladas en las que reconocer errores (pero no todas son incorrectas).

No obstante, independientemente del tipo de examen que encuentres en esta página, todos te servirán para practicar tus conocimientos de ortografía, por lo que no descartes ninguno de ellos; de hecho, cuantos más hagas, mucho mejor para aprender esas «palabras raras» o de «poco uso» que terminan apareciendo en los exámenes.

Cómo superar un examen de ortografía

Para superar una prueba de ortografía es obvio que es necesario estudiar las reglas o normas establecidas para el uso correcto de la lengua: el uso normativo de la tilde (o acento gráfico), el empleo correcto de las mayúsculas, la utilización correcta de ciertos grafemas (letras) que dan problemas en la escritura (como la «b» y la «v» o la «g» y la «j»), las adaptaciones normativas de las préstamos (vocablos tomados de otras lenguas), etc.

No obstante, el conocimiento del uso correcto de las palabras se logra también con el contacto diario con la palabra bien escrita: leer de manera frecuente literatura que se ha publicado siguiendo un proceso tradicional de publicación (nos referimos a novelas, por ejemplo, publicadas en editoriales o que han sido corregidas por profesionales) o artículos que han sido escritos por personas con un nivel de estudios reconocido (por ejemplo, en blogs a los que todos tenemos acceso) enriquece nuestro conocimiento ortográfico.

La práctica haciendo exámenes de ortografía también es un método excelente porque nos permite entrar en contacto con palabras que, quizás, no hemos visto nunca escritas y nos sorprenden porque no son como pensábamos exactamente, o con esas palabras raras que no se utilizan mucho pero que, precisamente por su rareza, son las que acaban saliendo en este tipo de exámenes o, también, con aquellas palabras que despiertan en nosotros la necesidad de buscar un porqué y estudiar las normas de ortografía por las que se rigen.

Por último, debes tener en cuenta que en algunas ocasiones se conservan usos antiguos de la lengua que hacen que una misma palabra se escriba (y esté admitida en el diccionario académico) de dos formas o que se den dos formas para una palabra extranjera. En esas ocasiones, se aceptan como válidas las dos formas, por lo que, en un examen de este tipo, «substantivo» es tan válida como «sustantivo» (porque «substantivo» está en el diccionario académico como variante de «sustantivo») y «beis» es tan válida como «beige» (escrita en cursiva, por ser un extranjerismo no adaptado; sí, en ocasiones la cursiva también cuenta en estos exámenes para discriminar si la palabra está bien escrita) para ese color tan característico.