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La curva de aprendizaje nos ayuda a conocer las etapas del aprendizaje y su evolución en el tiempo. Se trata de una representación gráfica de las diferentes fases que se suceden en el proceso de aprendizaje de cualquier materia.

En el concreto caso de las oposiciones, se da la particular circunstancia de los exámenes tipo test, lo que hace que la curva de aprendizaje se vea modificada.

Para cualquier opositor que comienza su andadura, así como para los que llevan un tiempo y sienten que han tropezado con un muro o que ellos “no están hechos para esto”, conocer estas etapas resulta muy importante de cara a su propia motivación para el estudio y preparación.

En este artículo vamos a partir de lo que le ocurre a la mayoría de opositores. Se trata de una generalización y una abstracción que no tiene en cuenta la formación previa de la persona, su cultura general, su motivación personal para estudiar ni su capacidad para hacerlo ni tantos otros factores. Esta abstracción nos hace pensar en un opositor medio, el más habitual y frecuente: a modo de ejemplo, lo llamaremos Martín.

Martín ha decidido comenzar a estudiar oposiciones sin tener previos conocimientos jurídicos: para él, las leyes son cosas que se publicaban en el BOE o algo así y que no tiene claro cómo se elaboran, aunque sabe que el Congreso y el Senado participan en el proceso.

Vamos a analizar las diferentes fases por las que pasará Martín, este amigo imaginario que comienza a estudiar oposiciones, y veremos que encajan perfectamente en el esquema que es la curva de aprendizaje.

 

Fase 1: Comienzo.

Al principio, todo le suena al mismo dialecto del chino. Un galimatías en que ciertas palabras se repiten muchas veces. Cuando le dedica un poco más de tiempo, se da cuenta que hay cierto sentido en todo este asunto y empieza a relacionar conceptos: al darse cuenta de las relaciones que hay en todo eso que parecía un gallinero desordenado, avanza a buena velocidad y aprovecha el tiempo de estudio, así como las sesiones docentes.

En esta etapa inicial, una vez superada la confusión de partida, las sensaciones emocionales respecto al estudio son muy positivas puesto que da cuenta de que su estudio se ve recompensado con la adquisición de unos conocimientos que antes no tenía.

Martín se ve ya tomando posesión del puesto ganado tras la oposición.

Fase 2: Estancamiento.

Nuestro opositor ya ha comenzado a hacer exámenes de test y a probarse a sí mismo en la etapa anterior, pero los resultados de Martín han comenzado a ser siempre iguales o casi iguales. Repite la misma cantidad de errores, mientras que antes iba reduciendo progresivamente los fallos y mejorando sus resultados. Ahora parece que no avance, que aunque le dedica un buen tiempo a estudiar, hacer sus resúmenes y hacer test, le da la impresión de que ya no aprende nada nuevo.

Martín puede creer que ya está listo para el examen, si es un tipo optimista. O tal vez piense que algo no marcha correctamente, pero no sabe bien qué puede ser, así que tira para adelante como los de Alicante y no le da muchas vueltas al asunto.

Martín puede estar poniéndose nervioso.

Fase 3: Dudas.

Las pruebas tipo test comienzan a tener más fallos que antes. Las dudas asaltan a Martín y nuestro opositor no sabe de dónde ha salido ese berenjenal que tiene ahora mismo en la cabeza. Una niebla ha invadido su cabeza y no sabe dónde va cada cosa, ni qué se relaciona con qué, ni de dónde sale esa pregunta…

Lo que antes parecía un camino despejado se le antoja una senda de montaña invadida por arbustos espinosos. Cada vez que se pone a estudiar le ve menos sentido a todo este asunto y se lía con cualquier cuestión.

Los errores se acumulan en una trayectoria que era limpia y ejemplar, haciendo que se equivoque a cada paso.

La frustración hace aparición sin que nadie la haya invitado a esta fiesta: casi parece como que siempre ha estado ahí pero nadie la ha visto. El miedo al fracaso y las ganas de abandonar tocan a la puerta, mostrando unas sonrisas llenas de dientes que parecen decir “Te lo dije”.

Martín está molesto. No sabe qué está pasando pero esto no marcha. Siente que tal vez fue un error embarcarse en esta aventura y que no está hecho para estudiar todo este jaleo de temario, con tantas leyes y normas y excepciones a las reglas y reglas especiales y preguntas con trampa…

Martín está a punto de dejar correr todo este asunto de la oposición y ponerse a buscar un trabajo normal donde no tenga que pelearse por si la opción A es más cierta que la B o si la D es falsa mientras que la C es verdadera.

Además, piensa nuestro opositor, con tan pocas plazas como salen, es una cuestión de suerte aprobar, y a él no le ha tocado nunca más que la devolución en el sorteo de Navidad.

Fase 4: Recuperación.

A regañadientes, cabreado y todo, Martín ha perseverado. Tal vez más por cabezonería o por fe en su preparador que otra cosa, pero lo cierto es que no ha abandonado.

Al continuar estudiando y aprender de sus errores, comprende las diferencias entre las reglas generales, las especiales, las excepciones… y cuándo tiene que aplicar cada una. Los matices se han ido añadiendo a sus esquemas mentales y esa niebla de confusión se va disipando: los conceptos se van aclarando y enriqueciendo.

Se da cuenta que de lo que antes creía sencillo y plano tiene ahora textura, forma, profundidad… Los conceptos se enriquecen y solidifican. Aprende cosas nuevas que antes pasó por alto y ahora sus conocimientos son más sólidos. Aprende a buen ritmo y con aprovechamiento. Los simulacros de examen muestran unos resultados excelentes.

Martín se siente un hacha. Esto es que él quiere hacer y lo está haciendo como un campeón. Ni se acuerda de todas aquellas dudas, miedos ni frustraciones porque las ha sometido a golpe de trabajo.

Fase 5: Asentamiento.

El estudio continúa y, aunque aprende pocas cosas realmente nuevas, matiza y pule detalles que antes no era capaz de apreciar. Encuentra relaciones donde antes no las veía y es capaz de expresar las mismas ideas de diferentes maneras. Sus esquemas y resúmenes de cuando comenzó a estudiar le parecen hasta infantiles.

Los exámenes de otros años se han convertido en su herramienta básica de estudio y cada vez comete menos errores. Martín es consciente de que la deseada meta está cercana y que tiene posibilidades serias: sólo tiene que ser capaz de controlar sus nervios y no dejarse arrastrar por las trampas de las preguntas malintencionadas.

Martín aprecia las etapas que ha dejado atrás y sabe lo mucho que ha aprendido desde que comenzó. Recuerda las horas dedicadas, la cantidad de horas invertidas en este sueño, y se siente satisfecho por haber llegado hasta aquí.

Nuestro opositor se siente confiado y seguro de sí mismo.

Recapitulando.

Las fases que hemos descrito y ejemplificado con nuestro imaginario Martín se repiten en casi todos los opositores. Es algo que está estudiado por expertos en pedagogía y que se repite en áreas del saber muy diferentes: cada vez que hay un proceso de adquisición de nuevos conocimientos o competencias, el esquema se repite.

Suele sorprender lo que sucede en las Fases 2 y 3, Estancamiento y Declive, y es especialmente acentuado en el caso de las oposiciones. Tras analizarlo, veremos que es perfectamente normal.

 

El riesgo de la frustración.

Cuando comenzamos a estudiar algo nuevo, aprendemos muy rápidamente porque no sabemos nada de esa materia y cada conocimiento supone una nueva aportación. Pero llega un momento en que esos conocimientos se agolpan y comienzan a tratar de encontrar su respectivo lugar, intentando jerarquizarse entre ellos y responder a una pregunta muy típica: “¿qué es más importante?”

Pero eso suele suceder cuando los conocimientos no están asentados ni se parecían muchos matices importantes. Es normal, porque el proceso de aprendizaje necesita comenzar por conceptos generales para luego ir matizando y especificando, así que al principio no es posible apreciar todos los matices ni las excepciones a las reglas generales que se aprenden.

Al ir asentando los conocimientos, surgen las dudas: porque antes no había nada acerca de lo que preguntar siquiera. La (aparentemente) súbita aparición de esas dudas puede generar frustración: antes no estaban y ahora sí, ¿qué está pasando? ¿Qué se está haciendo mal? ¿Por qué salen ahora peores resultados en los test que antes?

Esa es la situación que puede darse en la llamada Fase 3, Dudas. Y es en esa fase donde mayor es el riesgo de abandono del estudio. Al dejar de ver progreso y experimentar un aparente retroceso en la evolución del estudio, puede desaparecer la motivación, aparecer la frustración y que el opositor abandone su preparación.

Con este post hemos pretendido explicar un fenómeno totalmente natural y lógico que se repite en la práctica totalidad de los estudiantes de oposiciones y que es responsable de unas altísimas tasas de abandono cuando, en realidad, se trata de una fase que prueba la buena marcha del proceso.

Dudar es bueno.

Las dudas son positivas porque son la prueba de que los conocimientos están ahí dentro, que se relacionan y buscan integrarse. El cerebro trata de ordenarlos de un modo que le sea comprensible, y ese fenómeno se manifiesta en las dudas, tratando de hacerlos encajar unos con otros.

Las dudas son aliadas del opositor. Le ayudan a ver que lo que ha estudiado está dentro de su cabeza, que permanece y su mente trabaja en ello, que ahora forma parte de sus propios conocimientos, aunque aún trate de ubicarlo definitivamente.

Siendo lógico y razonable que aparezcan, no deberían ser ya un motivo para desfallecer y abandonar el estudio. Deberíamos esperarlas y aceptarlas como una fase más en el aprendizaje: deberíamos estar orgullosos de su aparición.

Estas cuestiones se muestran una vez se comprende el concepto de la curva de aprendizaje.